Unamuno y la lengua valenciana
Por Ricardo García Moya
En 1936, desafiando pistolas e insultos, el anciano filósofo denunciaba la locura del
"¡Viva la muerte!". Anteriormente, el rector de la Universidad de Salamanca ya había
señalado otros desvaríos camuflados como dogmas idiomáticos. A Unamuno le habían
enseñado la falacia de que el catalán era la lengua de la Cancillería Real y de los
escritores valencianos del XV, y como no era paleógrafo ni historiador, no lo discutía;
pero lo que no aceptaba era la teoría de que las lenguas valenciana y catalana
coetáneas, que él había leído y escuchado, fueran iguales.
En febrero de 1919, en unos folios titulados "La frontera lingüística", abordaba el problema
del idioma valenciano amenazado por el "imperialismo lingüístico catalán". Estos razonamientos
han sido silenciados, ya que ridiculizan la consigna de que "todas las universidades defienden la
unidad de las lenguas valenciana y catalana". La de Salamanca, con la autorizada voz de su
rector, la rechazaba en 1919. EI loado Fuster afirmaba que sólo los botiguers negaban la unidad;
pero Unamuno no vendía alubias, sino que era un filólogo que leía a Rusiñol, Mistral, Esopo y
Escalante en catalán, provenzal, griego y valenciano, respectivamente.
AI glosar la poesía de Querol, el pensador vasco dice: "Cuando Querol quiso cantar al amor,
lo hizo en castellano y no en valenciano, y mucho menos en catalán". También
recordaba la visita de Cambó, "que fue a Valencia a una sociedad popular y se
puso a hablar en ella en catalán, le silbaron sin dejarle continuar. No les hablaba
en valenciano, sino en catalán. Les pareció un acto de imperialismo" (Unamuno:
La frontera lingüística, Salamanca 1919).
Unamuno se enfrentaría a los inmersores que, ofendidos, exigen el retorno de arcaísmos
como el posesivo Ilur -obsoleto en el 160- por ser capricho del Institut d'Estudis Catalans, pero
prohiben acepciones de la lengua valenciana. Así, en el diccionario catalán de la Generalidad
(Bromera, 1996) leemos que escombrar equivale a barrer. Lo que ocultan es que ya en el
1764, Ros advertía que la citada acepción de escombrar no tenía uso en valenciano,
al sustituirse por "agranar". Por su parte, el IEC defiende y ordena la utilización de
escombrar como si fuera invento léxico de Wifredo el Velloso, cuando en realidad es
más castellana que el Cid; de hecho aparece en el poema homónimo y en textos de
Berceo y del arcipreste de Hita con los significados de barrer, recoger restos, limpiar,
etc. Era un vocablo corriente en Alcalá de Henares, Burgos y San Millán de la Cogolla.
Común en el medievo, cada idioma fue singularizando el valor semántico de
escombrar, de forma que en el XVIII ya no significaba igual en valenciano, castellano y
catalán. En Castilla se afianzó la voz para aludir a escombros o residuos extraídos de
una mina o el derribo de una casa. En Cataluña permaneció la acepción usada por
Berceo, la de barrer; pero en la lengua valenciana derivó hacia algo más poético: el
fingimiento de tos o delicado carraspeo de una dama.
Lo recoge Ros en 1764: "Escombrar, toser. Cuando se toma por fingir o imitar la voz
para llamar a alguno, o hacerle alguna seña". EI notario no mentía ni buscaba
originalidad para el idioma valencìano, pues los textos coetáneos confirman la
acepción; así, en el "Coloqui de Pepo Canelles" leemos: "Alli tot son ulladetes, la
toseta, el escombrar". La frase alude a los coqueteos entre la juventud valenciana del
siglo XVlll. Como es notorio, la inmersión finge desconocer estas singularidades del
idioma valenciano; pero si desde Barcelona ordenaran la vigencia de esta acepción, ya
tendríamos a la academia de catalán Canal 9 divulgando su uso a todas horas.
Unamuno amaba al idioma valenciano. Leía a Balmes, Kant y Newton, pero gozaba con
"Les chiques del entresuelo" o la "Escaleta del dimoni", de Escalante. EI adusto
bilbaíno pensaba que "la literatura actual valenciana, en el valenciano que se habla, es
la de los sainetes de Eduardo Escalante. En estos sainetes es donde hay que ir a
buscar el valenciano que habla y entiende el pueblo. Los personajes hablan ya
valenciano, ya español". Unamuno no tenía miedo ni a Millán Astray, ni a los
expansionistas del Institut d'Estudis Catalans. Incitaba a usar el idioma valenciano, "no
el catalán restaurado de Aribau" (ibid.), y añadía: "Escalante escribió en él sus
sainetes, pero a ningún valenciano se le ha ocurrido aún (en el siglo XIX) escribir
tragedia o drama en él.
Y es que si pariera un drama en valenciano, el público estaría esperando cuándo salía el
chiste y no acabaría por tomarlo en serio. Hasta que no le eduquen a ello...". Así, con
puntos suspensivos dejaba caer Unamuno su convencimiento de que el idioma
valenciano de 1900 podría abarcar cualquier género literario, siempre que al pueblo "le
eduquen a ello...". Algo que la inmersión impide. Por ejemplo, en el teatro ex romano
de Sagunto, nuestras invictas autoridades han contratado a una pandilla de Barcelona
para que represente "L'assemblea de les dones, versió en català".
A esta catalanada conducirán los pastores inmersores un rebaño de alumnos de ESO y BUP
para que saboreen a Aristófanes en lengua sardanera. Será el 20 de abril, "a Sagunt"
(Unamuno preferiría "en Morvedre", pero aquí obedecen a Barcelona).
Las Provincias 28 de Marzo de 1999