¿Rigurosamente científico?
Por Ricardo García Moya
Estaba aburrido en la biblioteca de la Universidad Central de Barcelona. EI informe
del presbítero Rovira del 12 de abril de 1725 sobre una barcelonesa, "vertida el sexo
femíneo (sic) en viril", no me interesaba; el experto advertía que "nadie extrañe esta
metamorphosi, ni tenga por ridículo el suceso"; pues, según Santo Thomás, "las
mujeres son varones imperfectos, teniendo oculta en su archivo la mentula (sic) y
testículos". La retahíla de ejemplos aportada por Rovira sobre archivística insólita me
aconsejaron huir a una visita pendiente.
Tras bajar por la calle Avignon con precaución, por los manguis emboscados me encontré
recorriendo los miles de metros cuadrados del Museu d'Historia de Catalunya, admirando
la grandeza de un pueblo el catalán que introdujo;
EI papel (por Xàtiva).
La imprenta (por Valencia).
Tuvo el primer Siglo de Oro literario (con Martorell y Ausias).
Los papas más famosos de la historia (los Borja de Gandia).
La mejor pintura del siglo XV ("La Verge dels Consellers", de Lluis Dalmau).
EI más valioso humanista (Luis Vives).
EI mejor músico (Martín y Soler), etc.
Según los folletos, el Museu es una obra "rigurosamente científica" donde han
participado historiadores, pedagogos y filólogos", a lo que habría que añadir que con
manifiesta hambruna territorial, pues igual mordisquean Crevillente que MarseIla en un
montaje de intención hipnótica.
Para empezar, y esto es novedad, intentan hacer creer que la cultura y geografía de los
antiguos iberos no era sino el inicio de la deseada Gran Cataluña o los eufemísticos paísos
catalans.
Con el pulso alterado llego a la sala del "Naiximent d'una Nació", donde proclaman que
Catalunya es la más antigua, la más noble, la más grande y libre de las naciones europeas.
EI primer mensaje de los paneles -me lo temía- es la consabida historieta de "les Quatre
Barres de Sang de Guifré el Pilós". Los muy olvidadizos omiten que es copia de otra castellana;
pero, temerariamente, aseguran que las cuatro barras es "I'ensenya nacional de Valencia".
Después de cabecear disimuladamente un retrato de Cap d'Estopa para despertarme de la
pesadilla, compruebo que España no existe.
Por todas partes abundan referencias a Portugal, Francia, Inglaterra, Italia y hasta el lejano
Japón; pero no hay huella de España, ni siquiera su nombre. Perdón, hay un discreto panel sobre
el "imperi hispánic" que, ¡oh casualidad!, está sin iluminación, no hay nada en él,
siendo el único deteriorado en la lujosa institución.
Recuperado de la impactante novedad histórica, percibo que el ambiente se va caldeando.
Con el terror de que por cualquier esquina me puede salir el Molt Honorable bailando
sardanas, me introduzco en la psicodélica sala "L'Onze de Setembre", decorada con
colores sanguinolentos y graffitis que simulan ser de los degolladores segadors.
Timbales, cañonazos y griterío -el Museu utiliza todos los recursos visuales y acústicos-
estimulan al visitante con soflamas pacifistas como "A las armas, catalanes". Es
evidente que el espíritu conciliador de Pujol impregna los pedagógicos montajes.
Cataléptico por los decibelios ambientales de la sala "L'Onze de Setembre", escucho
ritmos militares de bombo retumbón, alaridos castrenses, ecos de arcabuces y
cornetas vengadoras que acompañan a los coros que entonan "EI Cant dels
Segadors", transportándonos a escenas de asaltos botiflers en la guerra de Sucesión.
Convertido en pasmarote, observo a un grupo de estudiantes de Mataró que, excitados por
la carga subliminal del Museo, sólo esperan que les entreguen hoces para segar
laringes charnegas.
Por los paneles proliferan imágenes sangrientas, asaltos, bayonetas y libros como
"Catalunya agonizante", del sollozante romántico Próspero Bofarull.
Por cierto, hay otra referencia a España en el diorama dedicado a la Benemérita, con dos
figuras tridimensionales de tenebrosos guardias civiles dedicados a fusilar obreros por
las calles de Barcelona, en una recreación del óleo de Ramón Casas. Por lo visto, la
Guardia Civil no ha tenido otras actividades más interesantes o gloriosas para los
ideólogos del museo.
Son unos manitas. Otro de los paneles interactivos muestra a la Gran Cataluña con el
territorio valenciano incorporado.
Unos botoncitos situados sobre Mallorca y Valencia llaman la atención del incauto para que
los presione y escuche cómo se habla el catalán en las colonias barcelonesas.
Tras tocar el de nuestro Reino, una voz empalagosa que recuerda a cierto locutor de Canal 9
dice que, "els catalans de Valencia utilitzen el catalá com a llengua comuna". EI
fantoche continúa el engaño con su falso valenciano y los consabidos aquestes,
impedeixen, amb, nosaltres y demás productos inmersionistas.
Por hoy tengo bastante. He comprado LAS PROVINCIAS en un quiosco de las
Ramblas y me dispongo a dedicarme a la vida goliarda.
Por cierto, el cientifismo que borra a España de la historia o tilda de criminal a la Guardia
Civil es idéntico al que prohíbe a los valencianos usar el mosatros, deport, escany, companyer,
dumenge, ademés, bellea, chiquet. etc. Todo. un engaño.
Las Provincias 3 de Mayo de 1996