Madres putativas del idioma valenciano

Ricardo García Moya

Un dogma inmersor, repetido desde Primaria al Doctorado, afirma que la lengua valenciana es hija de la catalana. La pujanza de Cataluña -que acaba de tener el Siglo de Oro literario en el XX- hace que sus filólogos tengan un comportamiento expansionista y agresivo similar al de los castellanos del 1600, cuando el español era vehicular del mayor imperio conocido, de Filipinas a Valencia. Haciendo patria, los filólogos castellanos del 1600 también afirmaban científicamente que la lengua castellana o española era madre de la valenciana.

Paradigma del espíritu materno que provoca nuestro idioma es Bartolomé Jiménez Patón (1589-1640), gramático castellano cuyo prestigio es parejo al de Nebrija, Covarrubias o el Brocense. Este filólogo racionalizó el estudio de los recursos poéticos, siendo su Eloquencia española la base usada por autores como José Antonio Mayoral, titular de Teoría de la Literatura en la Complutense (Mayoral: Figuras retóricas,1994); y también fue precursor de la Grammaire Générale et Raisonnée de Port-Royal (1660).

Respetando el texto de la edición de 1604, reproducimos las líneas donde Patón alude al origen de los idiomas: "Y así, entre los griegos, decirnos haber cinco maneras de lengua con diferentes dialectos que son: la lengua Atica, lónica, Dórica, Aeólica y Común. Y en España hay otros cinco, que son: la Valenciana, Asturiana, Gallega, Portuguesa. Las cuales se han derivado de esta nuestra, quinta o principal y primera, originaria Española (Ximenez Patón, Bartholomé: Eloquencia española. Toledo, 1604, f.10 r). Como el cerdo, el libro de Patón no tiene desperdicio; analiza con mesura los conceptos y explica sin histerismos extralingüísticos el pleonasmo, el tmesis o la hipotiposis ; pero al comparar las lenguas peninsulares -pese a que conoce la génesis latina- los razonamientos de Patón se envilecen, proclamando que la lengua española es origen de las citadas. El gramático miente y se transforma en un colaboracionista del expansionismo colonial, donde espada e idioma trataban de avanzar al unísono.

Patón no llega a la desvergüenza del catalanismo actual, al respetar la condición de lengua de la valenciana, junto a la portuguesa, gallega y asturiana. Es decir, Patón no consideraba la lengua valenciana un dialecto como el andaluz o murciano respecto al español; por el contrario, destacaba que portugués, gallego y valenciano poseían sus dialectos. Sorprende que también incluya el asturiano, y aquí nos encontramos con otra víctima idiomática. La lengua asturiana comienza a llamarse bable -voz despectiva y no asturiana- en el siglo XIX; pero en el 1600 todavía era habitual en Asturias y zonas de León, si bien desde los cartularios medievales apenas tuvo manifestación escrita. No obstante, en el vigente Estatutu del Principáu d´Asturies se ha reconocido la existencia de la Llingua Asturiana y de su defensa se encarga lAcademia de la Llingua Asturiana como órgano oficial. Algo que debiera sonrojar a la troupe política que ha instaurado la academia catalana de Ascensión y Hauf.

Las intenciones de Patón no eran tan dañinas como las del chiringuito de Ascensión, cuyo fin es liquidar la lengua valenciana. El gramático castellano sólo quería ensalzar su lengua por encima de otras, pero respetaba hasta la pronunciación de nuestros antepasados cuando hablaban la lengua de Cervantes. Criticaba el vicioso zezeo andaluz, pero no el nuestro: en Valencia, al contrario, y aquí no es vicio, sino natural pronunciación de aquel Reyno; por c ponen s, como diciendo mersed, sapato, alcusa (Patón: Epitome de ortografía. Baeza, 1614, f.19).

De todas formas, los vecinos nos roban la cartera al menor descuido. Por los años en que Patón convertía la lengua española en madre putativa del valenciano, el historiador murciano Cascales (apellido, no mote), afirmaba que Morvedre no era la antigua Sagunto, sino Cartagena: aquella ciudad que antes se decía Sagunto, y allí poco se començó a decir Cartago (Discurso de la ciudad de Cartagena, 1598). En 1600, los valencianos se limpiaban cierto sitio con las opiniones impresas del Patón y el Cascales, pues tenían claro lo del idioma y que Morvedre ocupaba el área de la antigua Sagunto (la preferencia inmersora por Sagunt busca arrinconar el topónimo Morvedre, creación de los mozárabes valencianos).

El equilibrio de los gramáticos desaparece cuando caen en el delirio nacionalista. Por el 1600, los filólogos castellanos más atrevidos comenzaron a invertir la relación entre latín y español; es decir, sugerían que el idioma del Lacio procedía de la tierra de María Sarmiento. Un caradura, el licenciado Luis de la Cueva, lo tenía claro: pruébase que la lengua latina ha tomado mucho de la española (...) los latinos tomaron letras de los de España, y todas las palabras que son comunes a españoles y latinos, es más probable los latinos haberlas tomado de España (Diálogos de las cosas notables y lengua española. Sevilla, 1603) Todo encajaba, la lengua del Imperio no sólo era madre del valenciano, sino del latín.

Los filólogos expansionistas, como ahora, contaban con la simpatía y amparo de los gobernantes. El gramático que cuestionó la supremacía del latín, Luis de la Cueva, dedicó su obra al terrorífico Fernando Niño de Guevara, inquisidor general del Imperio, cuya efigie fue inmortalizada por el Greco para acojone de herejes gramaticales. Ahora no nos ponen ferrets calents en els collons o la figa como en 1600, pero los tarancones que bailan los nanos al catalanismo marginan del mundo laboral y académico a quien no aprende la lengua de Cataluña, no la valenciana. En nuestros días, los Niños de Guevaras elevan dialectos a idiomas, y viceversa; así, el aranés era una cómica jerga de sainete que, caritativamente, la Real Academia calificaba como variante del gascón (D.R.A.E.), pero a Cataluña no le gustaba tener un dialecto que supeditara lingüísticamente Arán a Francia, por lo que los del CIU y PP le dieron categoría de idioma y a tomar por el saco. Ningún filólogo dijo ni mu, aunque habría que verlos si la Generalidad valenciana -en lugar de engañar-, hubiera titulado a la academia de Ascensión como de la lengua valenciana.

Diario de Valencia 14 de Octubre de 2001