Los parques temáticos de doña Rita
Ricardo García Moya
La amarillenta y aromática siempreviva, ornamental y curativa de ciertas molestias de la retaguardia, es posible encontrarla en lugares soleados, sean poéticos tomillares o los parques temáticos del terror, suciedad y ruinas que Doña Rita -para acojone del turismo- mantiene en el barrio del Pilar (así llamado hasta que alguien lo cambió por Velluters en los años 70). La encrespada hierba surge junto al miramar de un agonizante tejado barroco, o comparte espacio con jeringuillas ensangrentadas y esculturas de excrementos que semejan diseños de Alfaro.
Metáfora burlona de tanatorios y floristerías, la siempre viva es testigo del nacimiento y evolución del idioma valenciano. Podíamos haberle dado cualquier nombre, pero nuestros antepasados que precedieron a la entrada de los cruzados. jaiminos escogieron crespinell, aludiendo al aspecto y textura del tallo y hojas. No trataban de ser originales, y tampoco tenían ocasión de comprobarlo, ya que los valencianos de Muchamel, Alboraya o Redil vivían sin apenas desplazarse de su lugar de nacimiento. Del étimo latino crispus (ondulado, rizado), los pueblos hispánicos crearon sustantivos, adjetivos y verbos: el valenciano crespinell, el crespo castellano, encrespar, crispar, etc. El aspecto del matorral, las hojas cubiertas de pelusilla y margen ensortijado hizo que se generalizara el sustantivo que, hacia el siglo X o XI podría ser crespí, crespíns o crespinell. Lo cierto es que Jaime el Conquistador llega a lugares donde el topónimo crespins, crespí está arraigado en 1238, siendo su creación autóctona. Esta realidad es reconocida hasta por nuestro enemigo cultural Corominas, que dice: Crespins como valenciano... es un sustantivo de lugar venerable, no tanto por la distinguida familia que lo tomó como nombre, sino por su cualidad de viejo topónimo autóctono (Cor: Onomasticon,1995).
Efectivamente, en el texto latino de las donaciones de tierras o repartiment salta la voz valenciana, est supra Crespins(336), en varios pasajes. El etimólogo catalán advierte que siendo románico mozárabe, es evidente que ha de venir de un derivado latino (ib.) También aclara que del mateix crespí, deriva el nom crespinell (DECLLC). Los clásicos valencianos usaron crespí como adjetivo equivalente a erizado, encrespado, etc., perca crespina (Roig: Espill, 1460), siendo coherente llamar alquería dels crespins a la situada en zona donde abundara la siempreviva. El linaje de los Crespí ,nom mossàrab (Onom.), lo tomaron de la Alcudia de Crespina, terreno irregular donde el crespinell sería abundante.
El crespinell" figura en obras valencianas como el manuscrito "de - las Medicinas (s.XIV), en las observaciones botánicas de Cavanilles (a.1797) y en el diccionario de Ros (a.1764). Es decir, desde antes de la Conquista poseemos esta familia léxica que convivió con sus parientes de otros romances, incluso com-. partiendo vocablos como crespina, cofia o redecilla que usaban las mujeres (DRAE), tanto las castellanas como las valencianas criticadas por Roig ,orellera, crespina, trena (Espill,a.1460) En la Universidad de Valencia anterior a la ocupación fascista catalanera no se dudaba en usar el adjetivo valenciano como complemento del sustantivo idioma. Así, en versos compuestos en 1663 por los catedráticos Jerónimo Julián y Josef Montaña, constatamos esta realidad: Llamase la flor siempreviva en nuestro idioma valenciano crespinelí (Valda: Fiestas, 1663, p.ll7) La variable sempreviva parece ser un castellanismo incorporado en el XIX, por lo que debemos seguir usando la mozárabe crespinelí, voz que penetró por la vía valenciana hacia Lérida y generó variables más o menos dialectales en otros territorios vecinos: crespinello en Mallorca; en Murcia, crespinillo; crispinelí en Cataluña, etc.
Los nombres botánicos valencianos -gracias a la esforzada labor de la Generalidad y políticos de peso como M Angels Ramón-Llin y Díaz Al-peri-, están siendo sustituidos por los catalanes. Manuales como Les formacions vegetals de la ciutat dAlacant, (Ed. Ayunt. Alicante y Generalidad) imponen las voces ordenadas por el Institut dEstudis Catalans, pasándose por donde se aplica el ungüento de crespinell si son etimológicamente correctas o son patrimonio léxico del idioma . El manual citado impone el barbarismo catalán gespa, cuando todos los valencianos decimos céspet, sustantivo culto derivado del latín caespos. En 1871 recogía Escrig: "Céspet: pedazo de tierra vestido de hierba menuda y entretejido de raíces (Dicc. val. 1871). El mismo desprecio aplican a las clásicas valencianas junc, juncars ( del latín juncus) que la inmersión degenera en las catalanas jonc, joncosa. La etimología no les afecta a los del IEC, pero la usan como arma cuando la voz valenciana difiere de la catalana. Del latín cardus surgió la variable valenciana cart (Espill.a.1460), diferenciándose de la castellana cardo y catalana card, y así fue mantenida por el botánico Cavanilles,- cart, cardets (Obs. 1797), siguiendo la tradición morfológica reflejada en la frase cardats en carts de herba (Mostasseria de Valencia, 1322), y en los versos de Ausias March,llir entre carts. En este caso, las plañideras del Institut dEstudis Catalans -alojados en la academia Ascensión- sí exigen el rigor etimológico para que adoptemos la morfología catalana de card.
La inmersión en valenciano, paradójicamente, consiste en eliminarlo. Si Cavanilles registra safanoria en nucs, los inmersores enseñan pastanaga amb nusos o nusosa. El clásico llicsó (cerraja en castellano), documentado desde los orígenes del idioma, lo prohiben y sustituyen por el catalán lletsó. Igual que sucedía con el mozárabe crespí, crespinell, el nombre botánico quallallet menut (espunyidella, en catalán) enlaza con el mozarabismo idiomático valenciano, ya que el verbo de la voz compuesta también es producto prejaimino, según el etimólogo Corominas: "no tengo pruebas de que el valenciano quallar se haya empleado fuera del antiguo territorio mozárabe (DCECH). Aunque luego se extendió el vocablo al condado levantino, todavía pueden sus habitantes traducir el valenciano quallarse al catalán aglevar-se. No estaría mal que los parques te-máticos que Doña Rita mantiene en los solares de la Valencia regnícola -biotopo de roedores, arácnidos y hermosas cucarachas- pusiera rótulos con el nombre de los bichejos y hierbajos para información del turista. Lo haría, claro, en el catalán que ella y su partido impone; pero, ¿ por qué no ponerlos también, aunque sea en letra pequeña, en el idioma valenciano del contribuyente? Doña Rita, obsceno reglot inmersor, olvida que es alcaldesa de Valencia; no de Barcelona.
Diario de Valencia 11 de Noviembre de 2001