Los "nínxols" (¿) de Tavernes y las anguilas de Palmireno
Por Ricardo García Moya
Estos días, un semanario independentista catalán alegra sus páginas con la publicidad institucional de "128 ninxols", construidos por el Ayuntamiento de Tavernes de Valldigna. No sé cuántos maulets de Barcelona se animarán a comprar nichos en Tavernes; pero sé que gracias a estos anuncios pagados por el contribuyente los ejemplares llegan gratis a los centros de enseñanza valencianos (¡y mandan tres juntos, para presumir de tirada!). Son historietas agridulces de la inmersión, y hay más.
En el prólogo de un gran diccionario, el entonces director de la Real Academia Española comentaba: "Si echan mano de este Diccionario, en escasísimos segundos adquirirán una información rigurosa y científica" (Laín Entralgo: Dic. Enc. Club Int. del Libro). Con 44 volúmenes, fue pensado "para hacer más cultos a los 300 millones" de hispanohablantes, Así, en ocho segundos, un chileno podría conocer que "Isabel de Villena es autora de una 'Vita Christi' (1497) que escribió en catalán para las monjas de su convento de Pedralbes". La realidad es que Isabel nació y murió en Valencia. Jamás salió del Reino y jamás pisó Pedralbes, ni Barcelona, ni Cataluña. Fue en el convento de la Trinidad de Valencia donde escribió para las monjas valencianas, en idioma valenciano, su "Vita Christi".
Como sabemos, la catalanización empezó a morder hacia 1950, cuando el IEC se adueñó de la Revista valenciana de filología, y publicó ensayos de Fuster y Sanchís Guarner en los que -jaleados por sus mentores Martí de Riquer y Badía Margarit- catalanizaban hasta los puntos suspensivos; eso sí, con gloriosas faltas de ortografía, disculpables en la veloz prosa periodística, pero hirientes en una revista de filología. Valga de ejemplo la que aparece en un ensayo de Guarner: "La flexión verval (sic) es ya plenamente catalana en Ausias March" ("R. Fil. Val. " año 1959 t. VI, p. 92).
Todo es catalán: los nichos de Tavernes, Isabel de Villena, los "vervos" de March o las anguilas de Palmireno. En uno de los más surrealistas párrafos de Corominas leemos: "No hay duda de que las anguilas que comió Palmireno en su Alcañiz eran de Tortosa" (DCEC). Era simpática la picardía del anciano etimólogo. El conocía mejor que nadie que Palmireno, nacido en Alcañiz hacia 1525, estudió en Valencia y en ella permaneció toda su vida, salvo un paréntesis de tres o cuatro años. ¿Por qué ese interés sobre la catalanidad de las anguilas de Palmireno? Hay un motivo. El aragonés fue de los primeros que escribió anguila en castellano, no anguilla. Lo que oculta Corominas es que Pou, en 1575, sólo da la voz anguilla en valenciano, latín y catalán.
Arreando palos de ciego, el etimólogo amedrenta a quien ose disputar la anguila a Cataluña: "Hay que suponer que el catalanismo anguila sea antiquísimo en alguna parte del dominio castellano" (DCEC). Pero no hay que suponer, sino demostrar; y lo cierto es que la voz anguila era un latinismo vulgar que ya culebreaba entre las Etimologías de San Isidoro de Sevilla -no de Barcelona- cuando faltaban siglos para que naciera el condado de Cataluña. Tras decir que las anguilas que comía Palmireno eran de Tortosa, Corominas añade: "Desde Aragón, La Mancha y Murcia el vocablo se extendería a Madrid, que lo impondría al resto del territorio" (DCEC). ¿Y en Valencia, señor etimólogo, estaban mudos los anguileros? Parece que no.
Sin agresividad, claro, hay que recordar que el Reino fue el primer territorio documentado de producción de anguilas preparadas para exportar a Castilla. En el "Libro del buen amor", el arcipreste de Hita escribe: "De parte de Valencia venían las anguillas, salpresas e trechadas" (v. 1105). El arcipreste asociaba cada producto al principal lugar de origen: arenques y besugos de Bermeo, truchas de "Alverche" y anguilas de Valencia. Es decir, hacia 1330 ya eran famosas en Castilla las anguilas valencianas que -salpresas o en salazón, y trinchadas o abiertas para su conserva- llegaban a Toledo, Guadalajara y ¿por qué no?, a Teruel y al Alcañiz de Palmireno.
En el "Vocabulario del Humanista" (Valencia, 1569), Palmireno describe cualidades de la anguila ofreciendo la receta para hacerlas "fritas en azeyte com pimienta y naranja". Más valencianos que la naranja y el pebre no podían ser los ingredientes, aunque ahora digan que "les anguiles en all y pebre" son plato catalán. En la página gastronómica de Arzak (Dominical LP) cuando trata sobre las anguilas, el allipebre y el allioli da entender que son platos y recetas de Cataluña. El cocinero donostiarra huye de atribuir nada a Valencia. Por lo visto, no importa que el arcipreste testifique la exportación de anguilas valencianas en 1330, o que mosén Fenollar cite el "all y oli" en 1497.
Ya saben. Tenemos que sonreír agradecidos porque el Ayuntamiento de Tavernes anuncie nichos en una revista independentista, o que a Isabel de Villena transformen en monja de Pedralbes. Debemos aplaudir a quien descubre la catalanidad de los "vervos" de March; y debemos bailar sevillanas ante la extraña noticia de que Palmireno comía anguilas de Tortosa; aunque, en realidad, serían las famosas de Valencia, salpresas y trechadas.