Los "maulets" fueron castellanistas
Por Ricardo García Moya
En Cataluña y en plena Guerra de Sucesión, el 11 de mayo de 1710, se celebró la festividad de la patrona del reino
en el Monasterio de San Pedro de las Puellas de Barcelona, cantando melodías el coro del Palacio de
la Condesa, siendo maestro el sacerdote Tomás Milans. EI acto tenía su trascendencia, al ser promotores
del mismo los doscientos valencianos huidos del reino tras la ocupación de éste por las tropas borbónicas.
En Barcelona -con paraguas militar de ingleses y portugueses-, los fugitivos de Valencia, Castilla, Aragón y
Navarra soñaban con regresar a sus tierras.
En los años de espera, cada colectivo mantuvo celosamente sus tradiciones, sin integrarse en la cultura catalana.
Quizá a ello responda que, en Barcelona, los "maulets" valencianos usaran la lengua castellana o española en los
actos festivos. La pantomima lingüística de hablar valenciano y que les contestaran en catalán no les placía, por lo que
la lengua española era la vehicular para todos. .
EI mismo archiduque "maulet" Carlos de Austria, en 1712, después de siete años de estar en tierras
valencianas y catalanas, siempre se dirigía en castellano a sus súbditos, fueran los Comunes de
Barcelona o el humillado Basset.
Jamás utilizó el valenciano o el catalán en cartas y alocuciones.
En consecuencia, el 11 de mayo de 1710, por deseo de los "maulets" valencianos, las voces catalanas que
componían el coro del Palacio de la Condesa interpretaron en la festividad de la Mare de Deu dels
Desamparats una serie de coplas compuestas para la ocasión que, entre líneas, reflejaban el angustioso
estado de ánimo en que se encontraban.
EI tema que rige los cánticos es la añoranza del Reino de Valencia, al sentirse extranjeros en Cataluña:
"Viendo que en María tienen / su Amparo los valencianos / hoy le buscan en María / porque están
desamparados". Las súplicas al poder celestial por estar "en triste y larga ausencia, rendidos,
postrados, desterrados" no eran simple retórica.
La suspicacia catalana hacía difícil la estancia de los "maulets" en Barcelona. Cualquier conversación
intranscendente podía suponer cárcel o muerte.
Así, en el Dietari del Consell Barceloní leemos que el sábado, a 26 de agosto de 1713, "los Concelleres fueron a la
prisión a presenciar el juicio de un preso que se Ilama Vicente Martínez, valenciano de nación.
Fue condenado por espía a cortarle la cabeza, hacerle cuartos, la cabeza puesta en jaula de hiérro, atormentado in
capite sociorum y confiscación de bienes".
Lo que más gustó a los Consellers era la confiscación de bienes, pero el espectáculo del lunes siguiente tampoco lo
despreciaron.
Tal día, después de ser atormentado lentamente, una jaula con la cabeza del valenciano Vicente Martínez adornaba
las calles barcelonesas.
La realidad que ofrecen los documentos "maulets" contradice la propaganda cada 25 de abril por los agentes
catalaneros.
Los "maulets" jamás se preocuparon de defender la lengua valenciana, a la que no consideraban en peligro; pero
también es cierto que jamás en la historia del Reino de Valencia se promovió tanto la lengua de Cervantes.
Los textos del régimen repiten el tópico de la inmersión castellana de la reina Germana, ocultando que fue cosa de
niños si se compara con la efectuada por los "maulets".
Valga de ejemplo que los "maulets", los auténticos, autorizaron e impulsaron la representación de obras teatrales
exclusivamente en castellano en plena Guerra de Sucesión, entre 1705 y 1707, en Valencia.
EI general Basset y sus compinches asistían complacidos a las comedias y dramas de Calderón,
Moréto, Matos Fragoso, Rojas Zorrilla, etc.
EI colectivo "maulet" -en vísperas de la Batalla de Almansa llenaba el corral de comedias para presenciar "EI
genízaro de Hungría", "Los amantes de Teruel" o "Los tejedores de Segovia"; es decir, obras que
ensalzaban la lengua española del Imperio y la grandeza de la dinastía austríaca.
Igual actuaban los "maulets" catalanes en Barcelona. En 1708, cuando ningún gobierno de Madrid les obligaba a
editar obras en español, publicaron los "Anales de Cataluña" en castellano.
Se trataba de una obra lujosa, editada "oficialmente" y dedicada al "venerado monarca Carlos III de Austria".
Es curioso que el autor rechazara el autóctono Narcís, firmando la obra como "Narciso Feliu y Farell, caballero de la
Orden de Santiago", presumiendo de pertenecer a una orden del reino de Castilla.
Igual actuaba el Correo Mayor de Valencia, un "maulet" llamado Jacinto Oliver que estaba en 1708 en
Barcelona y recibió el título de Caballero de Alcántara -de la orden castellana homóni mapor voluntad del
archiduque Carlos III.
Lo anterior -cantos a la Virgen de los Desamparados o la edición de los "Anales de Cataluña" en castellano
contradice el cliché del "maulet" catalanero impuesto en nuestros días por la Universidad, demostrando que los
infalibles dogmas académicos pueden rozar el ridículo a poco que se investigue.
Aunque esto no sucederá mientras tengan los medios de comunicación social o informativos en sus manos.
Las Provincias 25 de Abril de 1996