Los heterodoxos Machancoses
Ricardo García Moya
Igual que Giner apellido y mes de enero, Machancoses es incómodo para la inmersión por su origen y morfología, siendo revelador que la Gran Enciclopedia Valenciana -que cuelga el sambenito de catalán a todo apellido aragonés, valenciano y provenzal-, al glosar la figura del músico José Mª Machancoses silencie taimadamente que es cognomen regnícola. De momento no lo han prohibido, pero supongo que en un futuro veremos a miembros de esta familia catalanizar su grafía en Matxancosas. Los poseedores del linaje realizan variopintas actividades, desde vender muebles a reses, com fan els ganaders Machancoses, populars per sa ganaderia en les corregudes de bous (en catalá, cursa de toros), bou en corda y atres barbaritats paregudes.
Árbol brotado en el Reino, sus ramas no sombrean más territorios, pues apenas hallamos a Carmen Machancoses en Madrid y a su hermana Amparo en Barcelona. Los genealogistas sugieren una etimología compuesta que tendría raíces en los marchants valencianos medievales, de aquellos que hablaba Jaume Roig, un marchant (Espill, h. 1460), y también el barroco Mulet: un inarchant pera que compre" (Bib.Nac. Ms. Inf. Tellina, h. 1660); pero no está tan claro (¿raíz mozárabe de macha?). Lo tangible es la presencia de un enigmático doctor Machancoses en versos coetáneos de Carlos Ros, en la Valencia ilustrada: ixqué el Doctor Machancoses (Bib. Serrano Morales, Ms. 6563, any 1745, f.4). El apellido, por tanto, existía antes de 1707 (el doctor tendría, lógicamente, un progenitor nacido entre 1660 y 1680); y el recopilador de la composición no fue coloquier de ripios escatológicos, al adornar los primeros folios con sentencias latinas de Quintiliano, Ovidio y Séneca.
Los Machancoses, como todos nosotros, sufren la agresión del fascismo catalanero que margina al independiente y premia al sumiso. La reacción de la gran familia Machancoses es extensiva a las de un radio de 90 km de Valencia ciudad; ya que en Alicante -aunque son corderitos ante la catalanización- impera la indiferencia y odio hacia lo valenciano por parte de manchegos, andaluces y castellanos llegados en el siglo XX. En la familia abunda el que finge que no pasa nada, y escasea el Integro Machancoses (¡ánimo, Santiago!) que mantiene año tras año sus convicciones sin más recompensa que desprecio e incomprensión. Los jóvenes Machancoses ya han pasado por la trituradora catalanera que articuló el Cipriano y perfeccionó su hermana y San Zaplana. Así, al concurso literario catalán del Ayuntamiento de Aldaya, área de desenvolupament, se presentó un Machancoses con la redacción Els poders del subconscient, llena de barbarismos y arcaísmos ordenados por el Institut dEstudis Catalans: milotxa, sortida, mentre, esser, rutlla, petita, aquest, etc. Es lo que exige la extrema derecha catalanera a los blandos valencianos para optar a les safanories dor.
El núcleo familiar señala a Picasent, y de ahí es el Machancoses que aparece en carteles catalaneros de fiestas como ramader o dueño de ramaderia; voces inexistentes en el idioma valenciano. Es cierto que emparentados con rama poseemos los vocablos ram, ramera, ramat, enramá... pero no algunos derivados castellanos y catalanes: ramita, ramas, ramader, ramaderia, ramalloleries, etc. El valenciano ramat equivale al conjunto de cosas, sean centímetros, académicos o moscas: de Valencia a Barcelona hiá un ramat de llegües (Escrig: Dicc. 1887, ent. A); y en todo el Reino utilizamos las voces patrimoniales ganat, ganader, ganado, ganaderies, que no son castellanismos, según aprecia hasta el enemigo: ganado es de uso tan universal en Valencia, desde el Norte al extremo Sur, que no es frívolo sospechar mozarabismo y no castellanismo (DCECH) Este comentario de Corominas es corroborado por la documentación; no obstante, en el diccionario catalán que Gulsoy y Cahner publicaron en 1992 les cuesta reconocerlo: la unanimitat daquesta denominació des del Penyagolosa a Crevillent en dubtem, pensant també que si ganato (sic) hagués existit en mosasárab" (DECLLC).
Más claro lo tenía Isabel de Villena en el siglo XV, cuando en valenciano usaba el sustantivo ganado en la prosa mística; igual que los escribanos en lengua valenciana de la Cancillería Real: ganados no es tinguen ahon perturben (Ord. costa Regne Valencia, any 1573, p. 29); y el humanista Pou en su diccionario: lo mostí del ganado (Thesaurus, 1575); o el notario Exulve, que recoge ganader y ganado major (Preaclarae artis. Valencia, 1643); también el culto dominico Mulet: ganao quant va a pasturar (Bib. Nac. Ms, Inf. Tellina, h. 1660); así como el catalán Rosanes que, escuchando a los suecanos, anotó en su vocabulario valenciano: lo fem del ganado (Voc. 1864); y, por acabar, en los aforismos catalanes traducidos al valenciano: molt alerta deus estar si el ganao (Aforismes, 1864) Tras este rollo, y como son tan racionales los catalaneros ¿sería mucho pedir que ofrecieran alguna documentación de ramader y ramaderia en idioma valenciano? Me refiero, claro, a obras anteriores a las escritas pensando en los florales juegos de Barcelona, a fines del XIX.
Me gusta la voz Machancoses, extraña al catalán y castellano. Me traslada a la época de libertad en que el doctor Machancoses convivía en el manuscrito dieciochesco con palabras nacidas en el Reino: figuera plena de pampols, sarpeta del gat, rosí desllomat, tremontana, pancha par amunt, etc. La inmersión taranconiana se burla de estos vocablos, olvidando que tremontana pertenece al idioma valenciano medieval: tremontana (St.Vicent, Serm. I, 165, 27); y nos prohíbe el verbo desllomar (f.39), despreciando que es valencianismo derivado del llom surgido en la Edad Media y presente en clásicos como Jaume Roig. Los etimólogos del IEC son como los Morancos (patosos y bien pagados), pues sentencian que el valenciano sarpa no aparece hasta Escrig, en 1851, cuando en el manuscrito de 1745 tenemos documentado incluso el diminutivo sarpeta del gat (f. 41) Los finolis de la Generalidad creen que el sustantivo pancha -con la ch de Machancoses-, lo inventó Escalante mientras comía conill en tomata, cuando en realidad es clásico y literario: la pancha (Espill, 1460).
Me acaba de llegar la publicidad de los cursos de falso valenciano que organiza el Ayuntamiento de Alicante, con las fotograflas de la falsa Gramática valenciana de Bromera y un libro del catalanero Enric Valor. Se iniciarán, dicen, en gener; y es que los valencianísimos dirigentes del PP han prohibido la clásica giner. De momento, pero no se me envicien ¿eh?, San Zaplana tolera los apellidos Giner y Machancoses.
Diario de Valencia 13 de Enero de 2002