La ciencia contra el vicio
Por Ricardo García Moya
Fue el catalán Andreu Bosch, en 1628, quien denunció el vicio valenciano de "inventar nombres
y vocablos" (Summari, p.19) incluso "con mezcla de arábigos". Era feo enriquecer léxicamente el
idioma, de ahí que Bosch condenara a la lengua valenciana por "viciosa" (p.19). Otro lingüista el
castellano Juan de Ayala, siguió el rastro del vicio y corroboró en 1693 que "la lengua valenciana"
tiene muchísimos vocablos moriscos, de que hago largo índice en obra aparte" (Bib. Nacional.
Ms.1324, f. 227). Era, con tanta palabreja arábiga, lengua abominable para castellanos y catalanes.
Ya en el siglo XX, el Institut d'Estudis Catalans decidió purificar a los
corruptos vecinos con ayuda de nativos como Carles Salvador, rastreador de
palabras viciosas enquistadas desde el XV; entre sus trofeos aparecen estos
ejemplares: dumenge, giner, Llonja, desamparats, Micalet, rellonge..
(Gramática. Barcelona, 1993). El mismo autor fiel al IEC, prohibió la viciosa
regla sintáctica valenciana de situar la preposición en delante de topónimos: "en
Muchamel, en Chirivella, en Foyos"; un vicio generalizado en el Reino, salvo la zona dada a
mallorquines en la Marina y Aitana tras la expulsibn morisca de 1609, así como en la fronteriza con
Cataluña.
La lista de viciosos asusta. Ya en el romance valenciano del XIII -por culpa
de los degenerados latinos que a la pregunta ¿ubi? (¿en dónde?), usaban in con
ablativo-, en "Els Furs" encontramos: "en Bunyol, en Murvedre...". Tampoco podíamos esperar
mucho del bravucón Martorell, vicioso sintáctico que escribía en su Tirant "en Roma, en Capua...".
¿Y qué mé dicen del criticón y misógino Jaume Roig? Vicio y más vicio nos dejó en el Espill al usar
la horrible fórmula: "en Lleida, en Olit, en Saragossa...". Con el mal ejemplo de los clásicos, la
decadencia sintáctica iniciada en el romance jaimino perduró en el Reino; en 1519, el noble Guillem
Ramón, embrutecido por la caza y la guerra, redactó la "Breu relació de la Germania" (B. Nac. Ms.
7447) con la viciosa preposición: "posá la fama en Molvedre", "trobaren en Valencia". Igual
observamos en la coetánea crónica del notario Miquel García, el cual, enajenado entre legajos y
pleitos, dio fe de su viciosa inclinación: "gran avalot en Valencia", "en Gandta", "en Albayda".
EI vicio que asomaba el morro en aquel "in Campanar" del Repartiment de 1238,
infec- taba a todo el Reino: En el Libro de Capitulos de Orihuela, escrito en valenciano por Luis de
Ocanya, leemos: "Impres en Oriola, any 1613 '; y en él reproduce la viciosa carta remitida por la
Cancillería Real: "Lo rey, lletra dada en Madrit". EI vicio reptaba hacia el Olimpo politico y, en 1640,
el escritor y secretario del Reino, Marco Antonio Orti, anotaba: "son molts los que hi ha en
Valencia"; de igual modo, el presbítero de San Martín, Pedro Jacinto Morlá, versificaba en 1650 con
la prohibida preposición: "als que en Roma vestiren consulars togues".
En 1665 componía fray Josef Carbó un "Romance en lengua valenciana" en
el que, haciendo honor a su apellido, tiznaba un bíblico topónimo. "En lo Parais
estaven Adam y Eva" (Luces de aurora, p. 333). En fin, como haría falta un contenedor para recoger
tanta corrupción, saltaremos de siglo en siglo. Otro que aparentaba ser virtuoso, y que aquí lo
exponemos a la vergüenza pública por vicioso recalcitrante, fue Carlos Ros; en su "Tratat" (no
Tractat) de 1736 se revuelca en el fango sintáctico al escribir "en Zaragoza, en Betleem; incluso en
sus "Cartillas valencianas" de 1750, leemos: "Quant lo Rey, en Asia". Y es que los guardianes de la
pureza língüística, como Pou, caían en el pozo del vicio; en 1575, tras estudiar en Valencia,
escríbia en su Thesaurus: "en Roma, en Valencia, en Barcelona". De igual modo, el escritor Martí
Gadea, nacido en 1837, nos dejó toda la toponimia valenciana viciada: "en Gorga, en Balones,
en Ribarroja..."
EI vicio afectó a todos los lingüistas valencianos, desde Escrig a Fullana; el
primero, en 1851, decía: "En, unida a los nombres que rige indica en qué lugar: Joan está
en Valencia", Y el padre Fullana, en su Gramática de 1915 afirmaba que la preposición en se
utilizaba ante sustantivos: "en Bélgica, en Italia". Todos eran viciosos y analfabetos, y así lo
denunciaron Sanchis Guarner y Carles Salvador en sus grámáticas premiadas por la culta Cataluña.
Así que hemos de estar agradecidos al Institut d'Estudis Catalans y a la Generalidad, gentil
colaboradora que ha ordenado en su Gramática (Bromera, 1996) a todos los valencianos que: "la
proposición en jamás se coloque delante de nombres propios" (p. 204). Así nos alejan de viciosos
sintácticos como el rey Jaime, Joanot Martorell, Jaume Roig, Guillem Ramón, Isabel de Villena,
Pou, Ros, Gadea, Escalante, Fullana, etc., y nos acercan al esperanto del lnstitut d'Estudis
Catalans, el mismo que enseñan a los estudiantes valencianos, y el mismo que usa la inmersión de
Canal 9: "estic a Mestalla, a Alcoy, a Alacant". Por cierto, en las publicaciones inmersoras de la
Generalidad aparece "Imprés a Valencia", y en los editados en lengua valenciana por los viciosos,
desde el siglo XV al XX, leemos: "Imprés en Valencia, en Alcoy, en Castelló, en Oriola, en Alacant".
Acabo con una addenda para los despistados profesionales: la augusta
Generalidad Valenciana, la misma que ahora persigue el vicio, terminaba sus
memoriales al rey con esta fórmula: "En Valencia, a 30 de agost de 1627. Los Elets dels
Tres Estaments del Regne de Valencia". Mírenlo bien, Sus Señorías, con parsimonia y lupa:
"En Valencia", no "A Valencia".
Las Provincias 27 de Febrero de 1998