Las Provincias 19 de Diciembre de 1996
JULI DTMESPANYA Y RAIMONCÍN
Por Ricardo García Moya
La mañana del sábado, 14 de diciembre, sirvió de aperitivo para la Trobada de la Llengua y posterior
concierto de Raimoncín, todo auspiciado por su hincha Juli d'Espanya y el dinero de los im- puestos. EI
Ayuntamiento del Campello y la Diputación de Alicante habían dispuesto un estrado en la plaza
Consistorial junto al nolideportiu (allí sigue el catalán "poliesportiu" en el letrero) con una gigantesca
bandera de cuatro barras. Los niños, en el concurso de pintura, dibujaron lo que veían: banderas de
cuatro barras.
Llegó la noche y el auditorio de la Casa de Cultura campellera fue marco de la entrada triunfal del hincha de
Raimoncín, con cuarenta minutos de retraso. La señora de primera fila que, impertérrita como un semáforo, esperaba
la Ilegada de su jefe político -con sombrerito y pieles a lo Bette Davis, y muchos grados en el mercurio-
aposentó sus reales para escuchar al más grande, más comprometido y más proletario de los
cantautores.
Con Juli d'Espanya y su estado mayor en vanguardia, un circunspecto Raimoncín de fúnebre atuendo
-camisa gris, pantalón negro- irrumpió en la proletaria escena: cinco sillas y nada de leotardos purpúrinas
o peinetas. Ahorrativo, no dio ni las buenas noches; cogió el guitarrón y -tras introito de racarrac, rac, rac-
comenzó a emitir quejas, sollozos, atropellos y denuncias contra el poder franquista que,
proporcionalmente, aumentaban la intensidad aplaudidora de los insólitos maulets.
En el variopinto público destacaban conocidos matrimonios de maestros catalaneros con sus ni- ños. Y ya se sabe,
los niños no mienten, así que a la tercera tanda del racarrac aumentó el Ilori- queo. EI propio Raimoncín dejó la
sierra (perdón, la guitarra) y suplicó en valenciano de verdad -el asunto era serio- que sacaran los
chiquitos a pasturar a la plaza, que también era gratïs. Un miembro en la clac, justito a mi vera, lanzó un
visceral "iQue se'n vachen, collons!" sin normalizar, con CH y todo.
Estaba nervioso. Raimoncín nunca había cantado a la caverna (como ellos dicen) y estar a cinco
metros de la derechona que jalea reivindicaciones independentistas no era bueno a su edad y con el
colesterol alto. EI divo, viendo el entusiasmo de don Juli, impartió una lección de historia con el
simpático lapsus de que "Ausias March morí en 1969". Luego dijo no sé qué del 69 (¡en qué
pensaría!), rectificando con la única sonrisa que se permitió en toda la noche. EI, muy digno, sabe que de
la caverna hay que coger la pasta con cara de póquer, volar a Barcelona y lavarse las manos con agua de
M ontserrat.
La tragedia atenazaba al personal. EI racarrac no quitaba de la mente que, a las 9.30, España jugaba contra
Yugoslavia ¿cómo escapar? Los previsores nos pusimos en las esquinas para, en un descuido, huir
entre sombras; pero no era fácil.
La leonardesca sonrisa de Juli d'Espanya aumentaba con las denuncias que Raimoncín, valiente como él solo,
lanzaba contra la corrupción franquista. Entre racarrac y racarrac glosaba su heroismo: "tal canción no la pude
cantar hasta 1977, después de muerto el dictador" y, en catalán pata negra, el Ruiseñor de las Ramblas
repetía su duda sempiterna: "Les butxaques ben buides ¡racarrac!; les teves, les meves, les seves
¡racarrac!; Però es hora de saber qui es que les té plenes ¡racarrac, rac, rac!"
Desde hace treinta años trata de saber quién se ha Ilenado los bolsillos en estos años, y no encuentra respuesta.
Con voz potente explica a los presentes que "del home mire sempre les mans", pero tampoco halla a los ladrones.
Envalentonado, mirando las manos de los espectadores de primera fila, avisa que "torna el temps dels
monsters que no són morts", y a Juli d'Espanya se le eriza el plumón capilar.
Lo siento, pero son las 9.20 y servidor se va con Zubi y Clemente. He comprobado que Raimoncín cumple aquello
que en 1971 cantaba: "A veces la paz cierra las bocas y ata las manos, a veces la paz no es más que
una vacía palabra para no decir nada. A veces la paz no es más que miedo."
EI cantautor rasca sus racarracs contra los cementerios, pero olvida los asuntillos de Filesa,
Malesa, el GAL, la ETA, el GRAPO, convolutos del AVE, etc. Pero tiene valor, especialmente como
elemento decorativo de la clase política que -agradecida por su discreta y arqueológica denuncia-, Ilena
sus bolsillos con subvenciones millonarias. Farda mucho er el currículum incluir que, "en tal fecha
contraté un racarrac de Raimoncín".
Y cuando el cantautor se tortura con "es hora de saber qui te les boljaques plenes", podría mirar su
cuenta corriente, pues las del circunspecto ruiseñor de las ramblas deben estar Ilenas a rebosar, pues
Ileva treinta años con subvenciones de los políticos, incluida la del sábado en Campello. Por otro lado, la
noticia insólita es que Juli d'Espanya prefiere oír el "s'ajup sota el fuet" de Espriu, con racarrac incluido,
que el partido de España.