Idiomas y dialectos
Por Ricardo García Moya
El XX, no lo duden, es el Siglo de Oro catalán. El ejército de profesionales de la lengua, la complejidad
de sus redes culturales y los descomunales edificios construidos o ampliados en Barcelona para albergar
las incontables células para defensa y extensión de Cataluña (geográfica y culturalmente), más la
inteligencia de sus políticos y la eficacia de sus asesores culturales, ridiculizan a cualquier otra autonomía
de España, e incluso a la estructura del Estado. Son señores de sus instituciones, cultura e historia, y
aniquilan socialmente a cualquier discrepante que intente manchar la grandeza catalana.
Son tan dueños de sí mismos que se permiten otorgar denominaciones de idiomas
a dialectos y de dialectos a idiomas. Así, la Generalidad de Cataluña ha concedido
rango de idioma al chascataclás utilizado por unas dos mil personas en el Valle de Arán, y les ha
traspasado -desde 1990 por ley autonómica- las competencias del fomento y enseñanza del aranés. Los
niños araneses lo estudian como materia obligatoria en los colegios y existe una delegación de Catalunya
Radio que emite dos horas diarias en aranés; incluso la TV3 ofrece diez minutos semanales en la bisoña
neolatina.
La Generalidad de Cataluña, eufórica por poseer dos idiomas en su territorio, se
ha volcado en defender a capa y subvención al bebé aranés mediante organismos
como la "Oficina de foment e enseñament" (¡perdón, perdón por usar el aranés sin traducirlo; en
normalitzat sería "Oficina de foment i ensenyament"). La Generalidad ha sido justa al titular idioma al
chascataclás de Arán; sus usuarios nunca incordiaron al IEC con maniobras secesionistas ni
manipulaciones feas. Es decir, no hay constancia de un Joan Esteve que editara el "Liber Elegantiarum"
(Venecia, 1489) en latín y aranés, ni presuntuosos como aquel Joanot Martorell; alli no hubo literatura, ni
diccionarios, ni gramáticas, ni nada de nada.
Los araneses no lo sabían, ni lo habían solicitado, pero el tacto filológico de Pujol
propició el evento. Las universidades de Cataluña y sus sucursales sureñas han
aplaudido el ascenso a primera división idiomática de una jerga que hasta ahora -las mismas
instituciones- calificaban como "variante del dialecto Gascón del Occitano": Y es que hay presidentes
de autonomías que regatean a políticos y filólogos, pero luego meten gol en propia meta; fallos que no
comete el president malabarista, capaz de transformar en idioma lo que hasta ayer fue subdialecto de otro
dialecto, o imbornal de isoglosas procedentes del vasco, gascón, catalán, aragonés, francés y castellano.
Con esta medida aumenta el valor turístico del Valle de Arán, y dignifica el popurri generado por siglos de
analfabetismos (en el buen sentido del término) que inevitablemente acompañaba al aislacionismo geo-
gráfico.
Generalmente, los usuarios de estas hablas obtenían coscorrones en las escuelas
normalizadoras; pero la política manda sobre la lingüistica, y el subdialecto de subdialectos de Arán es
ahora un idioma equiparable al español, inglés o sumerio, y protegido por un Parlamento Europeo que
otorgará subvenciones para su conservación (ayuda que no obtendrá la lengua que ustedes piensan). El
valle tiene autoridades, "consols" y "Sindics", y topónimos como Pujolo (en catalán, Pujol), y Quate
Locs
(en catalán, Quatre Llocs). Incluso gozan de poeta local -sólo uno, y les sobra para ser idioma-, que
escribe versos amorosos: "O jo vos saludi, de ma soledat..."; que traducido con sumo esfuerzo al
normalitzat sería: "O, jo us saludi, de ma solatat...".
Estoy pensando que entre la pedanía de los Desamparados y Orihuela existe un
idioma equiparable al citado, pues podemos oir cosas como "es- pellorfar panochas en
barraquetica
". Al trabajo le llaman "trebajo", y matar bichitos con humo o vapores, "formigar", curiosa
cópula del valenciano formiga con el castellano fumigar (del latino "fumigo"). Estos valencianos que viven
entre acequias cercanas a la Raya del Reino en Beniel, también disponen de morfología singular para las
categorías gramaticales. Los gerundios, por ejemplo, aparecen como dijiendo y trujiendo; y los
adverbios, ¡qué les voy a decir de los adverbios!; ahí va un lote: muncho (mucho); onde (adonde);
dimpués (después) . ¿Y las interjecciones? Cosa fina de verdad: ¡gurri, gurri!, para llamar a los cerdicos;
¡arsa!, para la burrica; ¡pila, pila!, y ¡pilila, pilila! para las gallinicas.
Desiderata al Molt Honorable Pujol: dado el interés de la Generalidad hacia la

neolatina pirenaica, quizá podría el Honorable terciar para que la TV3 dedicara diez minutos de su
programación semanal al subdialecto levantino (idioma valenciano para los incultos clásicos). Sólo
pedimos equipararnos al chascataclás montañés, y sólo diez o cinco minutos a la semana. Tenga en
cuenta, Molt Honorable, que nuestros medios públicos Canal 9, Noticies 9 y Radio 9 sólo utilizan el catalán
que usted y el Institut d'Estudis Catalans les ordenan, con sus amb, esport, desenvolupar, constitueix,
aquest, rapidesa, etc. Aquí le obedecen en todo, incluso si usted lo desea, admitirían a doña Aramis
Fuster
(¡vade retro!), como locutora de telediarios. Piénselo, Molt Honorable, aquí estamos para acatar a
V.E. y al Institut d'Estudis Catalans.
Las Provincias 14 de Diciembre de 1997