El estadio "mozárabe" de Mestalla
Por Ricardo García Moya
Cuando la Disney se quiso instalar en el Reino, una revista inmersora publicó ciertos comentarios
desfavorables. Los yanquis huyeron a, la Galia y, al poco tiempo, Port Aventura inició el negocio. Ahora,
con la instalación de un centro de la OTAN en Valencia (que aporta protagonismo internacional), el mismo
semanario vuelve al ataque con un artículo y un mapa de Europa con los nombres de Italia, Irlanda,
Andorra, etc. Están todos, menos España y Francia, sustituidos por Estat espanyol y Estat francès. ("EI
Temps", marzo 199.) Con igual rigor dibujan una enorme Cataluña que limita con Murcia y Narbona. No
quieren testigos, y la presencia europea en Valencia les preocupa por la posibilidad -especialmente si leen
LAS PROVINCIAS- de una ruptura del cerco informativo que Cataluña ha impuesto en Europa sobre su
expansión territorial hacia el Reino de Valencia.
La inmersión controla mapas y vocablos. Así, la voz fato -inusual en la actualidad- era el equivalente
valenciano al cultismo castellano olfato, aparecido en Castilla en el XVII. En las comedias de enredo
surgía espontáneamente: "Tú tens mal fato" (Fambuena, J.: "Un francés en Almàssera", 1877, p.11 ), y la
encontramos recogida en diccionarios como el de Escrig (1887). AI Institut d'Estudis Catalans no le gusta
y sólo tolera esta voz a los valencianos si la usamos con el significado de equipaje o cantidad de comida.
También nos prohíbe la otra valenciana olfat, usada por Fullana, imponiéndonos "olfacte".
La inmersión se beneficia del parentesco de las neolatinas para deslizar barbarismos; así, entre olfato, olfat y
olfacte no hay choques fónicos tan hirientes como ocurriría con "usain", olfato en vasco. Las voces
pueden ser homógrafas y poseer valor semántico distinto en cada idioma. En el valenciano, por ejemplo,
la palabra mec puede aludir a una persona entontecida o afectada por el alcohol, "este home està mec";
pero metafóricamente podía significar vino: "Si el mec es pur, per molts kilos que m'en fasa / yo may vaig
borracho a casa". EI epigrama de Llombart daba el toque de humor en el cuarto verso: "Pero es perque el
solen dur".
La confusión del beodo entre mec, líquido, y la unidad de peso transforma en cabalístico un texto popular
de 1878, fecha en que la palabra "litro" (creada en Francia en 1795) luchaba por incorporarse a la lengua
valenciana. A su vez, las unidades de medida del Reino -distintas a las catalanas- pugnaban con las del
sistema métrico. Transcurrido un decenio, el mismo Llombart incluía el neologismo valenciano "llitro", con
palatalización, en su diccionario. Hoy, Barcelona sólo autoriza el catalán "litre". Curiosamente, Llombart
aludía a la pureza del mec o vìno sin mezcla y, sin proponérselo, utilizaba el valor semántico inverso al del
étimo medieval que equivalía a "mezcla".
Relacionado con el vasco meko, "débil", perece oriunda del Reino y la encontramos en escrìtores que
vivieron en Valericia en los siglos XIV y XV, como el arcipreste de Talavera. En lo procés de les olives se
Ilama mec a los muy jóvenes, y el de Talavera lo aplìca a los barbilampiños; pero la mayoría de textos
sugieren que mec aludiría a la mezcla de rasgos femeninos y masculinos, por lo que sería un
rnozarabismo derivado del latín miscere, que, a su vez, generó mecer o mezclar. Todavía en el DRAE
econtramos "mecedor: para mezclar o mecer vino en las cubas", y "meco, animal de color bermejo con
mezcla de negro".
EI crisol mozárabe generó más voces alotrópicas de "miscere". Cuando los aragoneses entran en 1238, el
romance valencíano ya había bautizado topónimos como Mestalla y Mislata, que el etimólogo Corominas
consìdera de indiscutible procedencia mozárabe de "miscere, misculare, mísculata". Con documentación
razonada y ácidos comentarios hacia la hipótesis de Sanchis Guarner, "amollada a la Ilaugera",
Corominas ridiculiza con datos a los que querían dar origen árabe a Mislata y Mestalla.
EI horno mozárabe cocía vocablos como rosquillas, y sorprende que un partidario de la unidad como Corominas
aporte tantas pruebas. Hay una explicación: el que fuera miembro del Institut d'Estudis Catalans había
inventado el truco de Ilamar mozárabes catalanes a los habitantes de Valencia y Murcia anteriores a
1238. Así, al razonar sobre el "remescolar" usado por Sant Vicent, dice que procedería "del mossàrab
dels Països Catalans". También alude al "dialecte mossàrab del Sud del Principat".
Catalanista acérrimo, Corominas soñaba con una inexistente Cataluña del siglo XII, de la que los mozárabes de
Mislata o los regantes de la acequia de Mestalla serían súbditos catalanes. Es como el otro sueño de una
Europa sin España y Francia.
Ni el admirado Tip, con su fantasía, podría superar a genios catalaneros como Carme Barceló, que
niega con furor la existencia de los mozárabes valencianos y se burla de los etimólogos contrarios a esta
idea (RFE, t. 77,1997). Pero tropieza con un Corominas que defiende a ultranza la riqueza léxica
mozárabe creada antes de 1238 en el Reino de Valencia, y que se pitorrea cruelmente de los filólogos que
la niegan, como la pobre Barceló.
Algo es evidente: cuando vayan a ver al Piojo, recuerden que el estadío de Mestalla (mozárabe por el
nombre) constituye la mejor prueba de la existencia del romance valenciano anterior a 1238.
Las Provincias 14 de Marzo de 1999