El escribidor Prócoro y la piratería cultural
Por Ricardo García Moya
En las costas irlandesas, cuando en el siglo XVII Ilegaban veleros con riquezas
ultramarinas, surgió una variedad de piratería terrestre que consistía, grosso modo, en
situar luces que simulaban faros para atraer navíos hacia los rompientes. Las
mercaderías pasaban a poder de los piratas y la tripulación, ahogada o asesinada, a
mejor vida.
Aquí, tras el naufragio del 92 provocado por engañosas luminarias -progresismo,
transformación de España en potencia económica, finalización del paro, etc.-- surgió la
horrorosa realidad: sólo Cataluña y los roldanes se habían enriquecido con el descalabro.
Después, con pirática tradición, los patapalos del pujolsocialismo iniciaron el saqueo de los
restos del naufragio; la Generalitad catalana creó la "Comissió América i Catalunya, 1992"
con esta consigna: los bienes culturales del Reino de Valencia -desde la literatura a la
gastronomía- podían saquearse con impunidad e incluirse en el haber de la Gran
Cataluña. Ningún político valenciano alteraría su sonrisa.
De estas labores se ocuparían peones como el escribidor Prócoro Hernández, autor de
"Els catalans i el món indígena americá", editado por la Generalidad catalana. Los
desvaríos de este corsario cultural nacido en Amealco (México, 1947) se han
centrado en propagar por Méjico, Venezuela, Bolivia, Chile, Argentina y Paraguay
que los valencianos que culturizaron América fueron catalanes.
EI mamotreto cita, entre otros "catalanes", al jesuita Rafael Ferrer nacido en Valencia en el
siglo XVI y muerto en Quito en 1966; personaje importante por ser uno de los primeros
especialistas en lenguas indígenas y autor del "Compendio de la doctrina cristiana en
lengua cofana", obra en castellano que el manipulador da a entender que lo escribió
en catalán (p.27). EI saqueo al servicio de Cataluña Ilega hasta el sur, pues de
Orihuela es el misionero "catalán", Juan Fernández, nacido en 1640 y muerto en
Nueva España en 1693. Como en el caso anterior realizó estudios valiosos,
especialmente etnográficos ("Relación de los indios seri", etc.)
Antonio Margil, metido en el zurrón catalán
¿Recuerdan las misiones y conventos medio derruidos que aparecen en los
western de Peckinpah ambientados en México? Pues uno de los fundadores de ellos
fue Antonio Margil, nacido en Valencia, en 1657 e introducido por Prócoro en el zurrón
catalán (p.28). Margil desarrolló una labor similar a la de Junípero Serra, aunque un
siglo antes y en zonas más peligrosas. Fue el misionero que más kilómetros recorrió en
las Indias; lo mismo se encontraba en Veracruz, Chiapas o Costa Rica, abarcando
labores no sólo evangélicas o fundacionales (en Nicaragua escribió una "Gramática de
la lengua tzotzil"). En su encuentro con los indios cholas fue capturado y atado a un
árbol; pero, gracias a su oratoria logró la libertad y, pasado el tiempo, erigió hasta ocho
iglesias en la zona.
Hiere leer al mexicano y constatar cómo se ha apoderado de este religioso ilustre. Escribe
Prócoro que, en 1701, "surtía de Querétaro amb la seva rapidesa" (en valenciano
diríamos: "eixía de Querétaro en la seua rapidea"), para trasladarse a Guatemala,
viaje que realizó a pie -nunca utilizaba caballos-, fundando allí el Colegio Apostólico. La
tripulación bucanera de la "Comissió América i Catalunya, 1992" también editó "Els
catalans a les Indies", escrito por Josep M. Bernades y con el mismo ideario pirata:
arramblar todo lo que valiera para gloria de Cataluña, como el vaIenciano Narciso
Mallol, prototipo de eficaz alcalde colonial, constructor de puentes y escuelas.
Se apoderan de Manuel Tolsá
EI latrocinio catalán es incompresible, pues si no roban nuestras personalidades no
tienen a nadie de relieve; todos los sardaneros que fueron a las Indias eran
mediocridades. Pero qué importa, apoderándose de los valencianos pueden presumir
de genios como Manuel Tolsá, el mejor escultor y arquitecto que había tenido el
continente americano en toda su historia.
Nacido en Enguera en 1757, estudió en Valencia con los Vergara en el ambiente
más culto que existía en la España ilustrada (en las calles de Valencia, podíamos
encontrar a CabaniIles, Mayans, Pérez Bayer, Pons, etc.) En 1792 desembarcaba
Tolsá en Veracruz dispuesto a ocupar el cargo de director de la Academia de San
Carlos de México. A partir de tal fecha, la genialidad del valenciano generó una serie
de obras -escultura de Carlos IV, palacio de Minería (inspirado en la Aduana de
Valencia), fachada de la catedral de México, etc.- que enriquecerían el acervo artístico
del Nuevo Mundo (y ahora, por la ineptitud del acartonat, el de Cataluña).
La universalización del fraude
Tolsá, Ferrer, Bernades y otros muchos nacidos en el Reino de Valencia son fácil
botín para los prócoros del Quinto Centenario. Las universidades americanas y
europeas reciben generosamente las obras de estos corsarios culturales que generan
la universalización del fraude. Los nuevos licenciados, nacionales y extranjeros, beben
estas fuentes envenenadas y, a su vez, editar obras multiplicando la manipulación.
¿Qué hacen mientras tanto nuestras autoridades? Lo habitual, el hierático y (quizá) la
morenasa estarán preparando sus mejores galas para asistir a los Premis Octubre. Allí
sonreirán a los eficientes señores que propagan la catalanización del Reino de
Valencia. Y la rapiña, claro está, continúa.
Este verano, el plomizo Ernest Lluch, en su defensa de la burguesía catalana ante
los ataques de Anguita, ponía de ejemplo a la familia valenciana Carbonell que se
trasladó a Córdoba y organizó la industria aceitera. En fin ¡qué grande es
Cataluña...especialmente con el botín saqueado al Reino de Valencia!
Las Provincias 19 de Octubre de 1994