El canto del perejil (y II)
Ricardo García Moya
El tratado Regles de esquivar vocables es una falsificación realizada hacia 1920. Pretendía justificar, al remontarlo a 1492, el proyecto de nacionalismo expansionista catalán basado en la unidad de la lengua. El texto, traducido, comienza así: Palabras que debe evitar quien quiera hablar bien la lengua catalana, a juicio del reverendo mosén Fenollar y Jerónimo Pau y otros expertos catalanes y valencianos (Arch. Cat.Gerona, Cod.69 ) Todo perfecto. En 1492 se habrían puesto de acuerdo en unificar la lengua catalana Fenollar y otros literatos valencianos y catalanes. El absurdo de esta historieta que anticipaba en medio milenio el Institut dEstudis Catalans es manifiesto. El perspicaz Martí de Riquer, analizando la frase, advirtió que Bernat Fenollar no hauria escrit mai la llengua catalana, sinó la llengua valenciana (Riquer,1964).
El códice de Carbonell fue conocido y consultado en el pasado por investigadores, historiadores y filólogos que, inexplicablemente, no dedicaron ni una línea al sensacional documento filológico. El padre Jalme Villanueva, en 1807, visitó la catedral de Gerona y estudió el contenido del códice, publicando sus impresiones y describiendo el contenido: odas, epitafios, himnos, epigramas, correspondencia con Jerónimo Pau, etc; pero no dedicó una palabra a las singulares reglas (Villanueva: Viaje. literario, Madrid, 1850). El códice vuelve a ser descrito minuciosamente en otro. documento conservado en la Academia de la Historia (Sig. 9/ 4560); pero las reglas supuestamente escritas en los folios 200 al 202 permanecen invisibles y no. son observadas. En plena efervescencia del catalanismo idiomático, el nacionalista Manuel de Bofarull vuelve a revisar con lupa el códice Carbonell y describe su contenido (Bofarull: Colección de doc. Barcelona 1864); pero ignora silencia las reglas sobre barbarismos que hubieran hecho estallar de orgullo patrio a toda el batallón de paleógrafos comandado por Milá i Fontanals: En 1864, evidentemente, las reglas no estaban escritas todavía.
El falsificador sólo utilizó dos folios y medio de los seis del si glo XV que permanecían en blanco entre la miscelánea de escritos de Carbonell. El erudito Badía i Margarit se desconcertaba ante la incógnita de tres folis i mig en blanc, que per una raó o altra Carbonell havia deixat al manuscrit (Badía. A.:Les regles, Barcelona 1999 p.430). El papel, por tanto, lo te nía el falsificador al alcance y en el lugar perfecto. La tinta era sencilla de elaborar para cualquier paleógrafo, figurando la fórmula en textos como el de Pou (a. 1575), de moda entre los lexicógrafos catalanes del 1900.
Los que defienden la chapuza dicen que Carbonell invirtió 15 años en redactar las cinco caras. Mucho tiempo, por lo que hasta incondicionales como Badía Margarit se preguntan sobre la brusquedat amb que el text és interromput (ib.) Esta claro que el falsificador que escribió sobre los folios en blanco hacia 1920 tenía miedo a ser descubierto, interrumpiendo no una, sino dos veces una falsificación que, por nerviosismo, dejó cabos sueltos. La finalidad del fraude no era sustituir una voz por otra, sino probar la supeditación valenciana al catalán y el deseo de unidad lingüística en el siglo XV
El falsificador, en otro desliz, rehuye utilizar la denominación Reino de Valencia usada por el auténtico cronista Carbonell, introduciendo el cómico Payssos de Catalunya ¿Países de Cataluña en 1492? El archivero Carboneil redactaba en aquellos años Croniques de Espanya, obra sobre territorios peninsulares donde jamás utiliza el concepto geopolitico de Paisos Catalans, inexistente en 1492. Excepcionalmente habla de nostra nació aragonesa, valenciana e catalana (Cróniques,170). Reciente la victoria del Reino sobre el Condado en la guerra acabada en 1472, Carbonell recuerda el protocolo real donde los representantes del condado de Cataluña ocupaban puestos inferiores a los del Reino de Valencia. Según los crédulos, las reglas habrían sido elaboradas por Carbonell y su primo Jeroni Pau entre 1475 y 1492. Fue una ambiciosa operació política y gráfica (Badía,166), pero, incomprensiblemente, entre la abundante correspondencia entre el archivero y el humanista, coetánea del manuscrito, jamás aluden a las reglas, ni se plantean dudas sobre si tal sustantivo o adjetivo debiera figurar en ellas. ¿Por qué guardaron silencio sobre el ambicioso proyecto? Porque ellos no escribieron las reglas. El falsificador fue un paleógrafo erudito del 1900, conocedor de la vida del famoso archivero Carbonell y la de Jeroni Pau, aunque cometió torpezas como atribuir a Fenollar parte de las reglas, pensando que el valenciano escribió la famosa Sentencia, que sólo fue un irónico recurso literario de Gasull en la Brama dels llauradors. Este error, iniciado por Almudéver, no podía cometerlo un coetáneo de Fenollar.
¿Cuándo deja de ser invisible la tinta de las reglas? ¿No lo adivinan? En 1932, año en que el IEC impone las normas de Castellón. ¿Y saben quién descubrió las reglas en el releído códice? Jaume Massó i Torrens, un paleógrafo nacionalista fundador del IEC. Con dinero y una mente genial se dedicó a la lucha por el catalán y Cataluña. A los 18 años fundó L Avenç, impulsando la publicación de más de 500 títulos con finalidad nacionalista y defensora del catalán. Perteneciente a la Unió Catalanista, fue miembro de la comisión que organizó el Primer Congreso Internacional de la Lengua Catalana en 1906. Publicó estudios sobre Crónicas catalanas (1906) y Bibliografía dels antics poetes catalans (1914) Repertori de lantiga literatura catalana, etc.
Massó estudió y publicó en L Avenç el debate poético entre Ausias March y Joan Moreno (Ms.a. 1458), pugna literaria entre valencianos que hubiera sido perfecta con la participación de un catalán; aunque mejor sería la existencia de unas reglas sobre la lengua catalana, aceptada por los clásicos valencianos, donde se reconociera la existencia de los Países Catalanes en el XV Massó tenía medios y conocimientos para llevar a cabo una empresa de estas características: editor de publicaciones literarias nacionalistas, erudito, paleógrafo, nacionalista exaltado, amigo y mecenas de filólogos, pintores y dibujantes que trabajaban en sus ediciones y que eran capaces de imitar un dibujo de Durero o la caligrafía irlandesa del libro de Kells. Conclusión: los dos folios y medio llamados Regles de esquivar vocables no pertenecen a la lexicografía medieval; sino a la música coral del 1900. En ellas canta hasta el perejil.
Diario de Valencia 5 de Febrero de 2001