El be, el mu y el quiriquiquí
Por Ricardo García Moya
Si usted va al Mercado Central de Valencia o Alicante, y le dice al carnicero: "Vullc carn de be",
probablemente le contestará: "Tota la que tenim mosatros es bona". Es decir, con esfuerzo por la rara
expresión, be lo ásociará a bien y, por extensión, a buena; pero nunca a "corder u ovella". Salvo que el
vendedor sea filólogo inmersionista en paro, que ayuda a su padre; o, también, un empollón de la
Gramática de la Generalidad, perla heredada del gloriamarquismo lermista.
En "La formación de las lenguas romances" (Barcelona 1990) la catalana Lleal Galcerán trata a la lengua
valenciana como dialecto occidental del catalán, siguiendo el truco ideado por Milá y Fontanals en 1861
para absorber el idioma del Reino. La ensayista recoge, como trofeo idiomático, alguna variable que
usamos los indígenas de esta colonia naranjera. Dice, con razón, que el valenciano moderno desconoce
el uso del auxiliar ser con los verbos intransitivos, y usa términos como corder frente al catalán be (p.
359). Pues bien, la gramática de la Generalidad (Bromera, 96) ofrece como modelo el sustantivo "be:
Carn de be"; y el plural "bens: ramat de bens" (p. 40).
Una cosa es que el batiburrillo léxico a ambos lados del fronterizo Cenia ocasione Ilamar "be" al "corder" y "noi"
al "chic"; pero idéntico fenómeno surge a cabaIlo entre Orihuela y Murcia. Por la Vereda del Reino de Valencia,
junto a Beniel, podemos oír a murcianos y valencianos que ha- blan de "casoleta", "safranero", "largaria",
"barraquetica", "floreta", "asulete", "festear", "osté", etc. ¿Debiera incluir la gramática de la Generalidad el
pronombre osté (corrupción de vosté) asulete o barraquetica como valenciano? No sería normal. Su lugar
está en un diccionario de localismos fronterizos, no como paradigma léxico.
Qué dirían los del IEC si, en valenciano, llamáramos quiquiriquí y muuu al pollo y al toro, respectivamente;
la condena por primitivismo sería fulminante. Para los occidentales, "y el español no iba a ser menos,
be se llama a la onomatopeya de la voz del carnero, de la oveja y de la cabra en el diccionario académìco.
Es sonido que no falta en lengua alguna, allí donde haya habido ovejas y ca- bras" (Salvador, G.: Historia
de las letras, p. 29).
Hasta los nosaltreros (Trànsit, ECIR, p. 32) reconocen que be es catalán. De ahí que sorprenda su inclusión
en la Gramática de la Generalidad, aunque está bien acompañado de más barbarismos, arcaísmos e
inventos rambleros (be, natzes, gatzoneta, boletaire, xafardero, pus, perruqueria, pas, Ilur, cruspit, sota,
dessota, etc.). Y hay quien se siente cultísimo por usar estos términos que, a los valencianos de antaño,
sólo les inspirabar sainetes y chanzas; especialmente los sota, pus y pas.
Hablando de sota, Llombarl cuenta en sus "Epígrames" (sic) que "una chica de Torrent" visita a un
médico en Barcelona. La señora del doctor le dice sonriendo: "Sota, sota", indicando que el consultorio
está debajo. La torrentina, "que este lenguaje no entiende", le responde airada: "La sota será vosté"
(Llombart, C.: Abelles. 1878. p. 19). La lengua valenciana tiene "abaix", "avall" y "baix"; dejando la
sota para los naipes, inmersores y liberados de CC.OO. (Estos privilegiados se pirran por el barcelonés
vulgar.)
Mejor ejemplo ofrece la copla burlesca -entonada el día de San Martín del año 1754- sobre la lengua del
"pobre catalán" que, asombrado, observa las obras de la iglesia de San Martín de Valen- cia. EI narrador,
voz solista, se dirige al forastero en español, como habitualmente se hacía en el Reino con los que no
hablaban valenciano: "Y puesto que a ver la Iglesia entra un pobre catalán, quizás en su tosco estilo algún
gusto nos dará" (Bib. Nac. Madrid, Sig. R. 34.991).
EI solista, con retranca, le pregunta: "¿Sabes cantar?", y el catalán, tratando de hablar valenciano, contesta: "Un
chiquet, chiquet". EI letrista (quizá el mismo don Luis López, maestro de capilla de San Martín en
1754) hace que el coro vitoree con sorna al cómico políglota: "¡Vítor, vítor el catalán, que parece que tiene
algo de habilidad!".
La chanza sigue con la fonética que cierra vocales: vuler vusté, por "voler y vosté"; y con el léxico, "¿pus y
qué?", en lugar de "¿més y qué?". Está claro que los que escuchaban en 1754 los matices irónicos sobre
fonética, adverbios, pronombres y verbos de la lengua catalana no la consideraban su idioma, como
prueba que las estrofas finales son cantadas en valenciano moderno, sin ironía, y alabando a la iglesia de
San Martín "tan plena de magestat, es polida tota ella, hasta lo ultim quilat". EI solista, siguiendo la ficción,
acaba con estos versos: "E yo, cansat de esta nit/no eu acabe de contar/discurriscau lo auditori/mentres
yo vaix a sopar".
Ahora, en lugar de un "pobre catalán", hay "pobres valencianets" que ridiculizan su idioma con los bes, pus,
sota y pas; monstruitos léxicos agazapados en la gramática de la Generalidad, de inspiración anterior.
Aunque esto de la herencia mosquea, pues: ¿Qué gnomo infiltrado sigue derro- chando subvenciones
publicitarias de la Generalidad y Diputación de Valencia, a las catalaneras L'Avenç (diciembre 96, p.
9) y Serra D'Or?
Las Provincias 2 de Febrero de 1997