¡Ay, Mallorca, Mallorca!
Por Ricardo García Moya
Las Provincias 15 de Marzo de 1998
Os llaman "Les Illes", a palo seco, como si fuerais miserables ínsulas de hierbajos e
iguanas, y dad gracias de que no os rebautizan con nombres como Islas Tortugas o el de
aquella "Isla de mal de vientre" que citaba Haedo en 1612 (Topographia de Argel, f. 89); y lo de
tortugas podría ser, por la abúndancia que teníais. En 1491, por orden real se remitían a
Valencia más de cien ejemplares, aunque también es cierto que muchas perdices que pueblan
Mallorca son de origen valenciano: "El 11 de marzo de 1315 ordenó el rey que se trajesen
de Valencia muchas perdices y se las soltara en el campo de Valldemosa y Sóller,
prohibiendo con severas penas que fueran cazadas o maltratadas." Pero nuestras tierras
no se llaman Islas Tortugas ni País de las Perdices, sino Reinos de Valencia y Mallorca.
El tiempo en que Mallorca y Valencia defendían juntas la soberanía
territorial y cultural de sus territorios ha pasado. ¿Recordáis cuando en
1397, las flotas de guerra mallorquina y valenciana navegaron en cruzada
contra los piratas de Tedeliç? Pero el peligro, ¡quién lo diría!, estaba en los
vecinos condales; así, en 1462, cuando les dio por proclamar conde de
Barcelona al rey de Castilla, tuvimos que entrar en guerra mallorquines y
valencianos contra Cataluña y Castìlla; y fue duro, muy duro, pues la
normalización no la practicaban con inmersores y Canal 9, sino a degüello. En junio del citado
año, las galeras catalanas sitiaron la ciudad de Mallorca, "exigiendo que la entregasen; porque
si no pasarían a cuchillo a hombres, mujeres y niños" (C. Mayoricense, p. 176). Los
valencianos no os dejamos solos, y nobles como "el conde da Cocentaina, que acudió con su
galera al socorro de Mahón, contra catalanes", aliviaron vuestro calvario.
Mal les fue la aventura a los catalanes, pues Valencia y Mallorca eran
reinos organizados, hasta el punto de que hubieran podido conquistar
Cataluña de habérselo propuesto. Así y todo, "las compañías de Mallorca
hicíeron cruel guerra en los montes de Gerona contra los catalanes" (C. M. p.178), y los
valencianos caballeros de Montesa enrojecieron el Ebro con sangre catalana (Diet. del
Capellá). Erais agradecidos, y os faltó tiempo para ayudarnos cuando la Germanía. EI pelaire
mallorquín Crespí, en 1520, escribía a Guillén Sorolla para "ofrecer vida y bienes; y que la
Germanía de Mallorca se organizaba a imitación de la de Valencia, de donde tomarían
sus instrucciones". De este modo se enfrentaron al imperio de Carlos V los reinos de
Valencia y Mallorca, teniendo sus heroicos jefes el mismo final: "Hicieron cuartos de todos y
pusieron sus cabezas en lugares patentes, según se había hecho en Valencia." Las
tropas catalanas de Oliver, aliadas de la nobleza castellana, degollaron a los plebeyos
valencianos en Almenara, y los quintales de plomo para las balas que rin- dieron Mallorca los
vendió Barcelona a buen precio.
Estoy contemplando una reproducción del Gran Mapamundi de la
Biblioteca Estense de Módena, pintado por judíos mallorquines coetáneos
de las luchas de Valencia y Mallorca contra Cataluña, y en los comentarios
del editor actual aparece como obra catalana. Es increíble, pero la
asombrosa producción de portulanos mallorquines -sin paragón en la
historia cartográfica medieval- se la ha apropiado Cataluña gracias a que
los historiadores barceloneses -desde el siglo XIX- etiquetaron como
catalanas a estas joyas que son exclusivamente mallorquinas.
Os han quitado todo, desde Rambn Llull a la colonización mallorquina
que Junípero Serra realizó en California; las misiones de San Diego, San
Antonio de Padua, San Gabriel y San Luis son ahora de raíz catalana. Os
han quitado todo, desde el título de Reino hasta el idioma. En 1521 el
Blanquerna era traducido a la "llengua valenciana", y es que vuestro Llull
-que jamás se consideró catalán- escribía en árabe, latín y un romance
mallorquín que, por sus arcaísmos, requeria ser traducido a los valencianos.
Ahora, tan "normalizados" estáis que quizá no os ofenda que Umberto Eco
escriba: "Ramón Llull, catalán nacido en Mallorca" ("La búsqueda de la
lengua perfecta", p.55).
Estoy tratando de leer la "Rondaya de rondayes" (con y griega) escrita
en lengua mallorquina por Tomás Aguiló en 1815, a imitación de la
Rondalla valenciana de Luis Galiana. Me cuesta mucho su comprensión,
más que el gallego; en cada página tropiezo con verbos, preposiciones,
sustantivos, adverbios y adjetivos distintos total o parcialmente a los de la
lengua valenciana y, creo, a los de la jerga del Institut d'Estudis Catalans.
Así, al azar, leo: "hei, betrà, ho duit, se mà, morigueran, s'escuma,
tarabella, emb, arade devant es bòu", etc. Deduzco que los filólogos del
IEC han consechado caprichosamente los vocablos que les placía de
vuestro léxico y tras maquillarlos morfológicamente, estarán engordando el
Gran Berta, o Gran Diccionario del Institut d'Estudis Catalans. Supongo
que os habrán dicho que sólo es perfecto el léxico y gramática del Institut
d'Estudis Catalans. También sospecho que la inmersión ha sembrado odio
en Ibiza y Mahón contra Palma de Mallorca (aquí lo hace en Castellón y
Alicante contra Valencia).
Acabo con una línea en el mallorquín de 1815. y que, sinceramente, me
cuesta entender: "S'allòta l'entretant feya es santo baxo emb una care"
(Rondaya, p.19). Esto no es valenciano, ni tampoco catalán: es idioma
mallorquín. No sé si quedaréis muchos defendiendo la independencia
cultural mallorquina; pero, igual que ocurrió en el siglo XV, aquí tenéis a
vuestros aliados del Reino de Valencia.